domingo, 12 de agosto de 2012

Cartas amarillas









CARTAS AMARILLAS


  Mi casa materna, en La Pastora, es una construcción bastante original. Esa casa creció con nosotros. A medida que crecía la familia, mi papá pensaba cómo ampliarla. La afición de mi papá por la construcción era enorme. Todos la padecimos de una u otra manera. 

  Estando aun pequeña, la casa constaba a penas con un cuarto doble, separado por una pared y una puerta -inexistente- contigua, un cuartito de menos de dos metros de ancho y un baño. 


Una vez escuché decir que la pobreza une. Aunque rechazo el término de pobreza para recordar esa época porque como dice el padre Larrañaga, hay muchos tipos de pobreza, pero la peor de todas el la pobreza de espíritu y ésa se tiene aún rodeado de lujos. Nosotros no teníamos lujos. Teníamos lo imprescindible en cuanto a bienes materiales. Pero espíritu, amor, calidad humana, cariño y cuidados, tuvimos del bueno y en abundancia. Así que cuando uso ese término no hago justicia a lo que fue esa época. Nunca me he sentido realmente pobre.

jueves, 13 de enero de 2011

Colcha de retazos


Colcha de retazos
La vi allí frente a la ventana, repetir la misma pregunta y voltear para escuchar la misma respuesta. Al verla me preguntaba la razón por la cual recordaba sólo parte de las cosas. La primera vez que me vio y no me reconoció me causó un dolor profundo, un malestar se me instaló en el alma, porque es difícil aceptar que tu abuelita no te reconozca de nada. Días después estuvo mal, a sus ochenta y tantos es claro que el cuerpo se debilita y es más difícil que salga adelante con todo. Entonces, la preferí viva, sin importarme si me recordaba o no y mi visión de su olvido tomó otro cariz.